La labor de los docentes
El compromiso y entrega de líderes sociales y comunitarios
La formación musical como carrera
El arte en todas sus manifestaciones, incluida la literatura (es lo que nos hace humanos, en últimas)
El trabajo social y la asistencia psicosocial
El ecoturismo y las caminatas ecológicas
La sabiduría de los niños
El trabajo de los campesinos y la belleza de la vida en las zonas rurales
La invaluable experiencia de los abuelos y su entrañable compañía
La magia de la música (pues sin ella la vida no tiene sentido, y es más que una frase cliché)
El poder de los abrazos
La rebelión y la protesta social
La labor de empleadas/os domésticas/os y enfermeras/os
Ser auténtico, en todo y para todo
La capacidad de reírse de sí mismo
Clint Eastwood como director y Kevin Bacon como músico
El trueque (me parece mejor que el dinero)
La magia de las matemáticas
Las huertas vaseras y la soberanía alimentaria
La convivencia y la resolución pacífica de conflictos
El café orgánico (una buena taza en las mañanas es el equivalente a tocar el cielo)
El té de jengibre (es delicioso, reactiva y energiza, además restaura y previene algunas dolencias)
El aguacate con panela; y el mango con sal, limón y pimienta (son mágicos, me llevan de vuelta a la infancia y a los árboles con hamacas en el patio)
La delicia de un daiquiri en el momento justo
La promoción de la lectura y el análisis crítico
La sabiduría ancestral indígena
La masturbación
Il dolce far niente
El Canto del Fénix
Me quemo en tu hoguera para volver a nacer
lunes, 13 de diciembre de 2021
Se puede desligar a un autor de su obra? Se puede ser un magnífico artista, pero un absoluto asco de persona?
Confieso que, cuando descubrí La guerra del fin del mundo, e incluso en esa época remota de mi vida en que leí Los cachorros.. amé de veras a Vargas Llosa.
Ahora, es posible que me cueste encontrar a alguien que me suscite más repulsa que ese señor.
En la cultura popular existe la creencia de que el vasto uso de diminutivos en América Latina, como el misterioso y simpático "ahorita" viene de su uso en el idioma náhuatl. Pero, ¿Qué tan certero es lo anterior? En un artículo especializado para la revista de la UNAM Estudios de Cultura Náhuatl, el reconocido historiador, investigador, catedrático y académico mexicano, José Ignacio Dávila Garibi, desglosa el vínculo de esta práctica con diversas terminaciones ampliamente aplicadas en náhuatl para el uso de diminutivos.
Si bien en el idioma español es común el uso del illo, no sucede así con el ito, ita, cito, cita, tan común en México, aplicado, como apunta Dávila, incluso a palabras con raíz en otros idiomas, como suetercito. El investigador expone el uso del diminutivo en náhuatl, un fenómeno que muestra el cariño que esta cultura ha impreso milenariamente a las cosas, a los otros, al mundo. Hay que recalcar que el uso del diminutivo en este idioma, más que de uso despectivo, es una manera, tanto de especificar cuando algo tiene poco tamaño o edad, como una manera de mostrar afecto sobre lo referido.
El diminutivo –cito /-cita que tanto usamos en América Latina provendría, así, de –zitla, que significa “amado”, “amada”, y originalmente se refería a la amada Madre Tierra. Cuando decimos “mi madrecita” o “la casita” no nos referimos a su tamaño, sino al amor que le tenemos a la persona o al lugar. Usamos un término castellano pero con un significado indígena que se refiere al amor por las raíces. En el Náhuatl.
Referencia bibliográfica:
J. I. Dávila Garibi. (1959). Posible influencia del náhuatl en el uso y abuso del diminutivo en el español de México. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas. En: Revista UNAM Estudios de Cultura Náhuatl, 1 [en línea] Disponible en: <https://www.historicas.unam.mx/.../nahuatl/pdf/ecn01/007.pdf> [Consultado el 11 de diciembre de 2021].
Sucede que uno en la vida va acumulando vacíos, hasta que su entera existencia se convierte en un vórtice, en un angustiante abismo. No puedo ver una fiesta de quince, no pueden mencionarme siquiera tal suceso, sin que recuerde que yo jamás tuve una, que anhelé desde siempre poder tenerla y que cuando me pasa por la mente esa idea, imagino bailar el vals con -ya saben- el padre que nunca tuve. Confieso que algunas veces, cuando era una jovencita, lloré ante esa imagen.
Esas ceremonias me dan espeluzno, pero debe ser también a raíz de esa parte de mí que se rebela contra lo que sabe que no podría hacer, porque no cumple las condiciones. El típico "al cabo que ni quería" que se nos va volviendo hábito, cada día, hasta que empezamos a dejar de tener sueños y la vida se nos va convirtiendo en un eterno vacío, en un amargo abismo, y nos empieza a pesar hasta el aire que respiramos. Por eso, lo único que le pido a la vida, al destino, a Yahveh, a Al-lāh, a Zeus o a quien sea, es poder estar con mi hijo, en cada instante en que él me necesite. Estar ahí el día de su grado, abrazarlo en el momento justo en que alce por primera vez a su bebé, acompañarlo en silencio y apretar su mano cuando tenga que llorar, escucharlo cuando se sienta solo y confundido y no sepa qué hacer.
Que mi vida sea tan larga como sea posible, para que la suya no sea un vórtice de ausencias como el que yo viví, como el que aún me abruma de vez en cuando.
Si pudiera especializarme en algún campo de la Psicología, elegiría sin dudar la Psicología Jurídica.
Quizás porque sé muy bien -y de primera mano- que los procesos psicológicos que llevan a las personas a cometer actos que tienen repercusiones legales, son bastante complejos pero, quizás, con la debida orientación y análisis, prevenibles. Quizás porque me apasiona encontrar ese leve, casi imperceptible límite que las almas desesperadas cruzan en algún momento y que les lleva a cometer acciones de las cuales a la larga, se tendrán que arrepentir, por una u otra razón. Tal vez porque entiendo ese abismo oscuro en el que yo misma me vi sumida alguna vez y que me condujo a hacer equilibrio sobre el borde de una filosa cuchilla, entre la vida y la muerte.
Ojalá cuando por fin me gradúe de esta vaina, pueda tener cómo especializarme. La vaina es para qué, y si el esfuerzo realizado se vea compensado, o no. Aquí nunca se sabe. Conozco gente que ha invertido hasta lo que no tiene por estudiar una carrera, una especialización, un magíster y, en últimas, han tenido que ponerse a manejar taxi o a vender empanadas.
En todo caso, sería bastante pintoresco, pasar de excombatiente a perito psicológico en temas jurídicos, ¿no?
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